El culto a los muertos fue una de los elementos más importantes de la religiosidad andina. Los enterramientos tenían ricos y numerosos ajuares y anualmente se hacían ofrendas a las momias de los antepasados importantes y fundadores de clanes, que eran considerados y honrados como divinidades. El ritual de enterramiento era muy llamativo: el cadáver era enterrado en posición fetal y envuelto con telas y vestidos rellenos de algodón, incluyendo, además, amuletos dispersos por el cuerpo. Luego a este saco cosían una falsa cabeza que hacían con tela y algodón. En muchos lugares el día de los difuntos sacaban las momias de los antepasados ilustres para celebrar estos ritos.
El universo precolombino andino estaba plagado de ceremonias, enterramientos rituales, creencias y manifestaciones simbólicas de poder. Algunas de las vasijas presentes en la colección muestran singulares escenas de este mundo mágico. Gracias a estas imágenes sabemos, por ejemplo, que las civilizaciones indígenas desarrollaron un variado armamento que les hacían muy superiores a los colonizadores en el combate cuerpo a cuerpo. Bastones de madera, mazas, hachas de bronce e incluso hondas de tela fueron empleadas en la lucha contra los españoles.